una paz negociada con mis sentimientos

Te tengo que confesar algo, aquella vez lo pasé muy mal. Tan mal que me acostumbré al dolor y convivía con él como si fuese una parte más de mi cuerpo. Ya sé que las comparaciones son odiosas, pero me morí por dentro: dejé de creer en los sentimientos, en que las cosas podían salir bien. Los sueños, sueños son, claro.Viví durante mucho tiempo confiando en que aquello del amor no era para mi. Y no pasaba nada, estaba todo bien. Total, el amor nos vuelve a todos locos, hay personas que se mueren de amor. Ya ves tú, como si fuera necesario enamorarse. Quita, quita. Mientras estuvimos juntos te di todo lo que me habría gustado que me dieras tú, todo lo que significaba para mi la palabra dos, tú y yo. Pero todos aquellos detalles, pequeños, grandes y medianos, los apartaste sin ningún miramiento una vez detrás de otra. Por eso fue tan fácil hacerme a la idea de que se acabó: aquello llevaba acabado hacía mucho tiempo. Regalos, caricias, sorpresas que lo único que hicieron fue alejarme todavía más de aquel músculo que bombea sangre. Me acostumbré a quererte mal y de lejos y tú, te dejabas. Total, no tenías nada mejor que hacer. Una pena, la verdad. Pero después de la tormenta, llega la cama; perdiendo también se gana y esperar merece la pena. Por eso, la nuevas oportunidades, aunque asusten, pueden traerte a personas con las que sí merezca pasar la vida

Laura Lozano

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